viernes, 19 de agosto de 2011

Diario de una Pirata Parte III

Habían pasado unos días desde que Larka paritió de la villa, días aburridos y solitarios.
La Vigilia de Morgan estaba tranquila, serena. Empezaba anochecer y los habitantes del campamento se dedicaban a sus quehaceres diarios sin prestar mucha atención a su alrededor.
Cuando llegó al campamento nadie se sorprendió ni dijo nada. Aparcó a Singular en la parte trasera sin hacer ruido y se instaló en una de las pequeñas casas, si es que aun se les puede llamar así, en ruinas, polvorienta y oscurecida por las cenizas. Ciertamente no era el lugar más cómodo en el que había estado pero le valdría temporalmente y no molestaba a nadie.
- Esto es más aburrido de lo que yo creía… - Musitó mientras observaba las ruinas.
Se sentó en el sucio suelo cerca de una caja y coloco el pequeño mapa de la zona sobre ella junto a la carta de su padre. El mapa no era muy detallado, cuatro cosas importantes y nada más pero le serviría para guiarse.
- Quizás si voy por aquí, o mejor por allí… - Susurro mientras giraba el mapa en todos los sentidos. – Esta zona no me gusta nada.
Miro hacia el cielo, ya era tarde, y acomodándose como pudo entre ruinas y cenizas se durmió.
- ¡Huye! ¡Márchate de aquí antes de que sea tarde! Este lugar…. ¡Fuera!
Larka se despertó sobresaltada y se dio un coscorrón con una viga de madera. Mientras se frotaba la cabeza vio al anciano de pelo gris y ropas rasgadas de tela que le había gritado, le miraba fijamente pero sin mirarla realmente. Este se fue despacio, andando hacia atrás mientras la señalaba.
- ¡Pero usted está loco! ¡¿Qué le pasa?! –Dijo mientras se intentaba levantar de un salto dándose otro golpe. - ¡Ay!
Para cuando volvió a mirar hacia la puerta el hombre ya no estaba. La verdad es que no le sonaba de haberle visto el día anterior, pero tampoco se fijo en los distraídos lugareños.
Estaba amaneciendo, o eso parecía porque el rojizo cielo no facilitaba la visión. Recogió los trastos que había desperdigado por la casucha y sacudiéndose el polvo salió de ella. Había un par de hombres, quizás tres, junto a una pequeña hoguera, en silencio.
- Esta gente es realmente extraña. –Dijo para sí misma y suspirando se puso en dirección a Singular.
Singular seguía allí, quieta, pero con una capa de polvo y ceniza que se había acumulado a pesar de llevar allí solo una noche. Sacando un pequeño y sucio trapo de una de las mochilas que llevaba atadas a Singular la froto bien fuerte para quitarle esa suciedad. No le costó mucho esfuerzo y sonrió mientras miraba lo brillante que estaba su máquina. Colocó todo en su sitio y se sentó acomodándose en Singular. Apoyo las manos en el volante, dio a un par de botones y…
- ¡¿Qué?!
Grito tan alto que debió escucharle todo el campamento pero nadie dio señas de haberlo hecho.
- Maldita sea, ¿Cómo demonios no va haber combustible?, ¡¿Cómo?! - Se bajó de Singular y la observó detenidamente. – ¿Se puede saber a qué te has dedicado esta noche pedazo de chatarra? ¿Cómo quieres que vayamos hasta allí arriba? – Dijo señalando el cielo.
Dio media vuelta y marchó hacia los hombres que vegetaban junto al fuego. Estaban completamente en su mundo, mirando las llamas. Larka carraspeó pero o no se enteraron o pasaron de ella.
- ¡Hola! ¿Alguno de ustedes, seria taaaaan amable de decirme dónde puedo encontrar combustible en estas horribles tierras? – Dijo con una sonrisa mientras les miraba, aunque estos a ella no. – He dicho, que si saben dónde encontrar combustible, c-o-m-b-u-s-t-i-b-l-e.
Los hombres seguían ignorándola así que resoplando se dirigió hacia Singular de nuevo y cogió algunas de sus pertenencias.
-Volveré pronto, más te vale que te cuides bien tu solita.
Lanzándole un beso giró sobre sus talones y se puso en marcha hacia la puerta de la Vigilia de Morgan. Una mano se posó en su hombro.
- Quizás, en otro asentamiento, hacia el este…
Lo dijo un elfo con el rostro muy serio que no la miró en ningún momento y apartando la mano de su hombro señaló al horizonte. La enana le miró sorprendida y le dio las gracias, el elfo hizo una pequeña aunque elegante reverencia y volvió a su tienda.
-Hacia el este, hacia el este, en mi mapa no pone nada de ningún campamento en el este…
Llevaba ya un rato andando por el viejo camino semienterrado y no había visto mas que rocas, montañas y algún que otro lobo en la lejanía. Estaba cansada, no acostumbraba andar mucho y menos por zonas de ese tipo. Se sentó en una gran roca a la izquierda del camino y sacando su petaca de ron dio un trago.
- Que sitio tan horrible… - Dijo en voz alta.
- Lo es, ¿Verdad Daga?
Era una pequeña goblin la que hablaba desde abajo. Tenía el pelo corto de un marrón brillante e iba vestida de lila marcando su esbelta aunque pequeña figura.
- ¿Qué? – Dijo Larka mientras la miraba, no esperaba encontrarse a nadie en medio de ninguna parte y le resulto muy extraño. - ¿Quién es?
- ¿Ya no te acuerdas de mí? Si tampoco hace tanto desde la última vez que nos vimos, que fue… Cuando murió Yeirrek ¿Verdad? – Dijo con una amplia sonrisa en sus labios mientras miraba a la enana.
- Yeirrek… ¿Gauwina? Pero, ¿que estas haciendo aquí? – Le dijo Larka sorprendida. – Pensé que estabas en otro dirigible.
- Si bueno, así es, en parte, pero ahora no necesitan de mis servicios en él y, nada, aquí estoy ¿eh?
- Me alegro de que trabajes pero no me has contestado. ¿Qué haces aq..?
- Te vi a lo lejos, ya sabes que tengo muy buena vista, en realidad solo vi una figura, y pensé que era algún moribundo, pero, ¡Mira a quien me encuentro! A la perdida Daganza. – Dijo interrumpiéndola. - Tengo una pequeña tienda aquí cerca, ¿Y si vamos allí?
- Sí , bueno, supongo, pero yo tengo que ir a un sitio y…
- ¡Tonterías! – Dijo interrumpiéndola de nuevo.
Gauwina subió ágilmente a la roca y cogió del brazo a Larka. Esta aún extrañada por el encuentro se dejo arrastrar y acabo de camino hacia la tienda de la goblin. No tardaron mucho en llegar pero a la enana se le hizo el camino eterno debido al parloteo constante de la goblin, hablaba y hablaba pero no le decía que hacía en esos lares.
- Bien, aquí estamos, ¿quieres comer algo, bebida, ron? Ron, seguro ¿verdad? – Preguntó mientras entraba en la tienda sin dejar tiempo a Larka para contestar.
- Yo, no gracias. Pero de verdad, tengo que irme, tengo que encontrar combustible para Singular… - Le dijo sonriendo.
- Singular… ¿Aún funciona ese viejo trasto? Pero mira, es tu día de suerte, si te quedas conmigo puedo darte algo de combustible ¿eh? – Dijo en voz alta desde el interior de la tienda.
Era una tienda lo bastante grande como para tres o cuatro personas, fuera tenía unas cuantas cajas y mochilas y a la izquierda había un gran bulto tapado con una tela blanca. Larka se dirigió hacia él y dio un tirón a la tela, realmente no fue una sorpresa lo que encontró. Una maquina voladora, más nueva, brillante y quizás más potente que Singular se erguía ante ella. Gauwina salía en ese momento de la tienda con un par de vasos que coloco sobre una caja.
- ¿Te gusta? La cree yo… - Comentó señalándose a sí misma.
- ¿Ahora vuelas sola? – Sin apartar la mirada de la maquina.- Y que sepas, Singular no es ningún trasto…
- Si bueno, claro, ¡Ven, siéntate! Cuéntame que te ha traído a estos parajes ¿no?
La goblin se sentó en el suelo cruzando las piernas frente a la caja y cogió uno de los vasos. Larka aun confusa fue junto a ella y se sentó.
- Dime, dime. – Le dijo mientras esbozaba una sonrisa.
- Pues nada Gau, te acuerdas de mi padre Marvik ¿Cierto? Pues resulta que murió. – La goblin se puso seria. - Y nada, he venido porque su última voluntad fue que así lo hiciera, pero Singular me ha dejado tirada y no puedo subir a las montañas.
- ¿Y vienes tu sola? ¿Sabes que es peligroso? Pero aquí estoy yo para acompañarte, si quieres, claro está. – Volvía a sonreír y la miraba fijamente.
- No sé, es entre mi padre y yo… - Le dijo bajando la vista. – No creo que…
- Si no me dejas acompañarte como en los viejos tiempos, no tendrás tu combustible. – Dijo Gauwina interrumpiéndola burlonamente.
- Está bien, pero al interior solo iré yo. – Le contestó secamente.
- Claro, claro.
Gauwina se puso en pie y tras recoger su campamento un poco se dispuso a cargar un par de pequeños barriles de combustible, mientras, Larka se perdía entre sus recuerdos, tiempos pasados que había pasado en el dirigible, donde había entablado amistad con la goblin entre otras personas. Gauwina siempre había estado muy alejada de la tripulación, de hecho era la encargada de avistar en las alturas mientras que los demás estaban en la cubierta. Era una goblin muy habladora y siempre estaba perfectamente arreglada, igual que ahora, en medio de una tierra llena de pedruscos y lava, su belleza y elegancia hacia acto de presencia. No había vivido muchas aventuras con ella, pero bueno, era conocida y había sido la única que le dio apoyo tras la muerte del Capitan Yeirrek.
-¿Nos vamos? – Pregunto Gauwina.
-Sí, claro. – Contesto Larka con una sonrisa de felicidad, al final su problema se había solucionado.
Gauwina monto en la maquina dejándole espacio a Larka, que se monto de un salto detrás de ella. La goblin arrancó y salieron a toda velocidad hacia Vigilia.
El campamento de la goblin quedo solo, pero recogido, tanto que parecía abandonado. Larka sonrió para sí misma, la máquina de Gauwina no era más rápida que singular por mucho que fuese más bonita.

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