domingo, 31 de julio de 2011

Diario de una Pirata Parte I

Tarde calurosa de verano en la lejana Bahía del Botín. La débil brisa movía ligeramente las hojas de las palmeras, mientras que algunos de los mas atrevidos o quizás aburridos pescadores se aventuraban a pasar el tiempo bajo un sol de justicia.

Un joven humano, de no mas de diecisiete años, cruzaba rápidamente por los muelles de la desierta Bahía. Miraba hacia los lados, preocupado, sin encontrar a su objetivo. Después de un rato buscando por las diversas casas, rincones y oscuros recovecos llenos de piratas borrachos, la encontró.
Tumbada boca arriba, sobre uno de los tejados recién reparados, Larka Winderth, una joven enana rubia, pecosa, de ojos azules miraba el cielo despejado.
-¡Eh! La de ahí arriba, baja - Dijo el muchacho jadeando-. ¡Por favor!
-¿Mmm?¿Qué pasa? - Contestó la enana mientras se desperezaba y dando un ágil salto aterrizaba junto al joven.
-Yo... Toma, me dieron esto para ti. Es urgente - Le dijo mientras se calmaba un poco. Rebusco en una pequeña mochila durante unos segundos y le entrego una carta lacrada.
Larka observo la carta mientras se la arrebataba bruscamente. No tenia remitente y por el estado del sobre parecía haber sufrido un largo viaje.
-¿Quién te la dió? -Dijo secamente.
-Eh... No puedo decirlo señora, yo...
-Esta bien muchacho. Puedes irte - Dijo cortandole la frase.
-Si, si...
La enana le dirigió una sonrisa mientras se giraba. A paso lento, con la mirada fija en la carta que se encontraba entre sus manos se dirigió a la taberna del Grumete Frito, donde entro saludando con un gesto de cabeza.
Levantando la vista de la carta, pidió un ron y subió a la segunda planta. Se sentó en la mesa mas apartada y a la vez la que mas limpia estaba y volvió a contemplar la carta con mirada ausente.
"Es urgente"
-Maldita sea y maldito sea él - Murmuró mientras reaccionaba.
Entonces abrio la carta con cuidado, poco a poco, y sacándola con delicadeza la leyó.

A Daganza Larka Winderth, mi hija:


Sé que te extrañará recibir una carta de mi procedencia tras tanto tiempo sin noticias mías, pero tengo algo importante que decirte.
Las cosas en los cielos últimamente no han ido del todo bien y quería hablar contigo de alguna forma, siendo esta carta la única que pude hallar.
Es posible que pronto muera, Daganza. Quería que lo supieras.
Sea como fuere y sin querer darle importancia al por qué (Ya sabes cómo es nuestra vida, a todos nos toca algún día...) también quería contarte que todas mis posesiones, son ahora tuyas. Te digo ahora, hija mía, pues mientras lees esta carta, puede que yo ya no viva.
Quiero que sigas adelante, como has estado haciendo hasta ahora sin saber de mi, como debes seguir haciendo pase lo que pase.
Escondí mis posesiones en las escarpadas laderas de la montaña Roca Negra, pero debes tener cuidado si decides ir a buscarlas, pues las montañas, y en concreto esta, son muy traicioneras. Prométeme, aunque no pueda oirte, que tendrás mucho cuidado, hija mía.


Pase lo que pase, vaya donde vaya, siempre te querré.


Marvik Winderth.


-¿Qué...? -Susurro muy bajito, casi inaudible.
Dio un fuerte golpeen la mesa que llamo la atención de la gente que allí se encontraba.
Recogió sus bártulos, la carta, el ron y salio despacio, sin mirar a nadie, silenciosamente, como si ya no fuese ella, como si le faltase algo...


Desde un oscuro rincón de la taberna, dos figuras encapuchadas sonreían maliciosamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario